Los seres humanos encontramos seguridad en la continuidad, aunque no seamos amantes de la rutina. Nos reconforta y nos da sentido de seguridad, saber que nuestra vida sigue una secuencia, aun cuando no sea la mejor o más emocionante. Las pérdidas, ya sean por muerte, despidos, rupturas o cambios en nuestras circunstancias, interrumpen esta continuidad y causan estragos emocionales. Incluso si la pérdida implica un cambio hacia algo mejor, como mudarse a otra ciudad, un nuevo trabajo o una relación más estable, este cambio puede perturbar la sensación de continuidad en nuestras vidas. Personalmente, cuando terminé mi matrimonio de diez años, descubrí que una de las partes más dificiles era la incertidumbre sobre qué vendría a continuación. Durante esa década, tenía una rutina establecida, aunque no necesariamente satisfactoria, que brindaba seguridad y certeza sobre mis días. A pesar de que quería dejar esa situación, me resultaba complicado soltar lo conocido, lo que me había brindado una sensación de estabilidad durante tanto tiempo. Esta dificultad se manifestó físicamente con síntomas continuos de fibromialgia y ataques de tos. Mi cuerpo resistía el cambio, aferrándose a lo conocido, mientras mi mente peleaba internamente entre mis ansias de avanzar hacia lo nuevo y el miedo a lo que vendría después y era desconocido para mí. Sentía un vacío en mi secuencia de vida. Una sensación similar puede presentarse en la dificultad para dejar ir a familiares en situaciones de edad avanzada o con enfermedades terminales. A menudo escuchamos expresiones que reflejan la sensación de pérdida de continuidad tras la muerte de un ser querido en estas condiciones. Comentarios como: "Sé que sufría mucho, pero ahora que no está, siento un vacío. No sé qué hacer" o "Pasaba la mayor parte del día sentado, pero su presencia me proporcionaba tranquilidad. Ahora que ya no está, solo veo su silla vacía, lo que me duele al saber que ya no está". Este tipo de pérdida no solo conlleva el dolor por la ausencia de la persona amada, sino que también genera un profundo vacío en nosotros, interrumpiendo la continuidad y el flujo de la vida. Lo mismo puede ocurrir con el "sindrome del nido vacio", cuando los hijos se van de casa. Sanar el vacío que cualquiera de estos eventos genere en nosotros, se vuelve esencial para restaurar la secuencia natural y la continuidad de nuestras vidas.
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Noviembre 2023
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